

A veces tenemos la suerte de que la vida nos imponga desafíos que no podemos eludir, y gracias a ello logramos crecer interiormente. Otras, necesitamos salir por nuestra propia cuenta a buscarlos, y así es como arranca esta historia.

Bariloche - El Bolsón
January 06, 2019
Saludo a Valen, mi amiga. Termino de ordenar todo, trato de hacer memoria, no olvidarme de nada. Guardo todo y armo la bici. Cada cosa en su lugar, en el orden correcto.
Leo nuevamente la foto de la carta que saqué el día anterior (su padre nos dio para que elijamos una), y la vuelvo a analizar.

Bicicleta lista. Saludo al padre, y emprendo camino, saliendo de la chacra La Valentina, en Villa Lago Gutierrez, saliendo de la ciudad de Bariloche.
Ni bien encaro la ruta 40, veo que otro ciclista, cargado con equipaje liviano, se detiene del lado derecho.
Al pasar por al lado bajo la velocidad y lo saludo.
- Vas para El Bolsón? -me pregunta
- Si
- Vamos -contestó
Le aclaré de antemano que mi ritmo es tranquilo, y que en las subidas voy bastante lento, a lo que él contestó que no importaba.
Así conocí a Ezequiel, un muchacho de Santa Fe con quien compartí las 11 horas que me llevó llegar desde allí hasta El Bolsón.
115km de ruta. Algunos dicen "es todo bajada" (yo lo decía), pero es mentira.
Sí, hay 2 largas bajadas que suman unos 50km y en los que no hay ni que pedalear sino más bien frenar.
Pero también hay otros 65km, que son parte en llano (levemente sinuoso), y también con subidas, totalizando unos 500mts de desnivel acumulado.


Viajar con alguien tiene sus pro y sus contras. Acostumbrada a andar sola, esta vez no conseguí adentrarme en mí misma, en respetar profundamente mi tiempo, mi ritmo y mis paradas impredecibles. A descansar unos minutos, a sacar una foto, a tomar agua, a simplemente contemplar el paisaje o ver cómo venía el trayecto en el mapa.
De alguna manera, hay otra persona que viene conmigo, y que si bien se acopla a mi ritmo, inconcientemente me obliga a respetar, no haciendo tantas paradas injustificables.
Pero por otro lado el trayecto se vuelve más entretenido, y cuando pensás en frenar y quedarte por ahí para seguir al día siguiente tenés a alguien que te banca y te ayuda a seguir.
Para mí el trayecto resultó un poco duro. Era la primera vez que me desafiaba con 115km. Él lo podría haber hecho más rápido, pero eligió esperarme.

Habíamos hecho una parada para almorzar, junto a un arroyo, pero en ese momento decidí comer muy liviano para seguir. Varias horas más tarde llegó un momento en e que frené, muerta de cansancio, y dije "necesito comer algo". Se me había agotado la energía. Añadimos entonces una parada para comer un sandwich y ahí seguimos.

Quedaba sólo una subida, intensa. El resto, los últimos 30km eran todo en bajada.
Subimos los últimos 500mts de trayecto caminando porque yo no daba más. Y en un cierto momento el sufrimiento se había acabado. La ruta comenzó a descender y no dejó de hacerlo hasta llegar a El Bolsón.
Me subí contenta a la bici nuevamente y así continuamos en una relajada y merecida pedaleada hasta llegar a destino.