

A veces tenemos la suerte de que la vida nos imponga desafíos que no podemos eludir, y gracias a ello logramos crecer interiormente. Otras, necesitamos salir por nuestra propia cuenta a buscarlos, y así es como arranca esta historia.

Inicio de la Patagonia: Barrancas - Las Lajas
September 03, 2018
Entrar en la Patagonia fue una sensación mágica. Luego de transitar el ripio y las alturas del Norte, de pasar casi todo el invierno por la región de Cuyo, era hora de cruzar el RÃo Colorado, y enfrentar el desafÃo de la Patagonia.
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Barrancas me recibió amablemente con un viento leve a moderado de la cordillera. Hice una parada para almorzar y seguà para el pueblo de Buta Ranquil.
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Arranqué a pedalear esperando un moderado viento en contra. Pero no fue así, al menos en el primer tramo. El viento me empujaba hacia adelante, y en una leve bajada alcancé los 71km/hr. La sensación fue mágica. Avancé unos 20km en cerca de 30 minutos.
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Luego, si, apareció la subida junto con el viento en contra, y los 13km que me faltaban me llevaron como 2 horas.
En Buta Ranquil me recibieron Marcelo y Mónica, ambos maestros de la escuela. Su casa se encontraba ubicada prácticamente al lado del volcán Tromen.


El tramo que va hasta Chos Malal consta de 83km con varias pequeñas cuestas en el medio, totalizando un desnivel de unos 500mts.
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Arranqué bien, pedaleando a ritmo tranquilo. Pero a los 35km me encontré en la principal cuesta con un viento en contra de unos 40km/hr.
Debí bajar de la bici y caminar. 2km más tarde, una camioneta paró a mi lado y me ofreció alcanzarme hasta Chos Malal.
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El ritmo al que iba no me hubiera permitido llegar a destino antes del anochecer, y sabía que para entonces estaba anunciado lluvia.
Aceptar las circunstancias y la ayuda en las dificultades es parte del camino y del aprendizaje. 1 hora más tarde estaba en la casa de Sabri.
"Por si no estoy cuando llegás, la puerta del fondo está abierta, la red de wifi es ...... y la clave ....." fue lo que me dijo luego de darme las indicaciones de cómo llegar, sin siquiera conocerme.
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Sabri es una persona muy especial. Maestra de música y gran luchadora contra la violencia de género.
Descansé un día en su casa, mientras afuera sólo se veía frío y lluvia torrencial.

En el atardecer del día que llegué, antes de la lluvia, pude apreciar el inmenso cantar de los loros que inundaban los árboles de la plaza principal. Sonido que para los vecinos ya resulta algo molesto.
Salir de aquella chacra luego de un diluvio fue una ardua tarea, ya que el barro se metía entre las ruedas, frenos y transmisión de la cadena. Las zapatillas embarradas eran sólo un detalle.
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Pero cuando lo necesitás siempre aparece una mano de ayuda, y ahí fue que apareció Gustavo, un ciclista uruguayo amigo de Sabri que había conocido el día anterior.


Para cuando logré salir, el clima aún no mejoraba, ni parecía que fuera a mejorar el resto del día. Salí igual. Pero el resultado fue el mismo que el anterior, aunque ahora se sumaba el frío y la nieve.
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Pensaba pedalear hasta Chorriaca para seguir al día siguiente, pero tampoco llegué. Nuevamente debí acudir al vehículo de soporte, que no es más que cualquiera que pasa por la ruta con un lugar para cargar la bici.
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Llegando a Las Lajas, contacté rápidamente a Don Moralito, un amable lugareño que tiene por costumbre hospedar a viajeros.
Sería quizás el último frío duro de este invierno, pero la Patagonia ya me estaba presentando sus fríos y sus vientos, una pauta a tener en cuenta para planificar los próximos tramos, para poder efectivamente pedalearlos.