

A veces tenemos la suerte de que la vida nos imponga desafíos que no podemos eludir, y gracias a ello logramos crecer interiormente. Otras, necesitamos salir por nuestra propia cuenta a buscarlos, y así es como arranca esta historia.

Paso Fronterizo Hua Hum
September 26, 2018
El trayecto inicia en Puerto Fuy, desde donde sale una barcaza que te cruza en 1 hora y media a Puerto Perihueico. Opté por ir tranquila y hacer noche en el puesto de gendarmerÃa que se encuentra en la frontera.
Mejor era parar, dejar al cielo soltar las últimas gotas de esa interminable llovizna que acechaba hacÃa 7 dÃas, y esperar al sol del dÃa siguiente.


Al día siguiente salí cerca de las 10 de la mañana y arranqué el recorrido en ese maravilloso paisaje, donde comienza el Parque Nacional Lanin.


Venía tomando velocidad en bajada, unos 35km/hr. Era la 2da vez que me tocaba pedalear en tierra húmeda y resbaladiza.
​
La primera fui muy cautelosa, frenaba en cada mínima curva y más aún cuando había barro o pozos. Pero ahora estaba más animada y dispuesta a hacer del camino una aventura un poco más movida. No lo logré. O sí.
​
Decidí esquivar una zona de pozos llenos de agua por el lado abierto de la curva. En un determinado momento me di cuenta de que ya no llegaba a doblar.

Sólo 2 opciones en mi mente: seguir andando y chocar contra los árboles y arbustos laterales, o clavar el freno doblando, lo que implicaba una caída directa, seca y lateral. Opté por esta última opción.
Amortigüé la caída todo lo que pude con el brazo izquierdo, pero luego pegó la cadera y el golpe fue duro igual.

Ya en el piso me separé de la bici, y traté de acomodarme de espaldas al piso, lo más derecha posible, 2 o 3 minutos a esperar que se vaya el primer dolor del impacto, para así poder identificar qué era todo lo que me dolía.
Registro: el brazo sólo me ardía por las heridas superficiales, pero su funcionalidad estaba intacta. La cadera se llevaba el 1er lugar en la escala de dolor, ya que se hacía presente en cualquier movimiento que quisiera hacer con el cuerpo. Aparentemente, nada más.
​
Lentamente me reincorporo. Pero cuando intento agarrar la botellita para tomar agua me llevo otra sorpresa. Mi pulgar derecho se vence y no puedo sostener nada.
Sin otra opción, me levanto y acomodo las cosas al costado del camino. Así me dedico a esperar a que pase una camioneta para ayudarme. Unos 40 minutos después, ésta aparece y me llevan hasta San Martin de los Andes, donde casualmente estaba viviendo mi mamá, y donde me tocaría quedarme casi 3 meses hasta recuperar la funcionalidad de mi mano y poder continuar viaje.