A veces tenemos la suerte de que la vida nos imponga desafíos que no podemos eludir, y gracias a ello logramos crecer interiormente. Otras, necesitamos salir por nuestra propia cuenta a buscarlos, y así es como arranca esta historia.
Inicio de la ruta 40: La Quiaca - Liviara
April 19, 2018
Iniciar la ruta 40 en el ripio implicó sumar un nivel de dificultad, pero despejó las dudas de que haber empezado en la ruta 9 fue una buena idea como preparación y aclimatación, tanto fÃsica como mental. El ripio se hizo sentir rápidamente y la adaptación a una menor velocidad resultó obligatorio.
La primer parada fue Cienegillas, un pueblo sin mucho que decir. Al dÃa siguiente decidà llegar hasta Timón Cruz, una decisión mal planificada.PodrÃa haber descansado en Oratorio, desviándome 2km de la ruta, pero 14km supuestamente en bajada, no parecÃan nada que temer.
La primer parada fue Cienegillas, un pueblo sin mucho que decir. Al día siguiente decidí llegar hasta Timón Cruz, una decisión mal planificada.Podría haber descansado en Oratorio, desviándome 2km de la ruta, pero 14km supuestamente en bajada, no parecían nada que temer.
Mientras yo creí que iba a bajar 100mts. resulta que terminé subiendo 400 y llegando a las 19hs a este pueblo que contaba con unas 15 casas, de las cuales sólo 10 estaban ocupadas, y de ellas sólo 1 se encontraba en ese momento. Afortunadamente allí se encontraba la sra. Ana que me ofreció hospedaje, té y comida a un humilde precio en un momento en que no tenía fuerzas absolutamente para nada.
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San Juan y Oros me recibió en medio de un encuentro de capacitación para el desarrollo del turismo. Siendo yo la única turista que pasaba por allí, me invitaron el almuerzo pidiéndome la participación en el encuentro durante un breve rato.
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Paicone y Cusi Cusi: hermosos paisajes llenos de colores, valles de la luna, pueblos humildes que incursionan recientemente en el turismo.
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Mi agradecimiento a Mariano y a Guillermo de MRS que me hospedaron en Liviara, otro pueblo de nada.
Valle de la Luna de Cusi Cusi, Jujuy
Atravesar la puna implica pasar horas bajo el sol sin un solo árbol que te dé un poco de sombra. Pero cada tanto puede aparecer algún resto de construcción de barro abandonada que se aprovecha para descansar.
